Un Monstruo en el armario por Paula Romero

 


 

–¡Hay un monstruo en el armario de mi hija!

Fue el grito de desesperación que recibió la operadora la madrugada del viernes, durante una gran tormenta eléctrica. A todo el departamento de policías nos pareció una broma de mal gusto hecha por alguna persona borracha o aburrida que no encuentra otra forma de desperdiciar su tiempo. Sin embargo, la insistencia que ponían al llamar vez tras vez al percatarse de que no pensábamos acudir, nos hizo ponernos en acción para ver por qué la familia tenía tanta urgencia y de paso reprenderlos por hacer mal uso de las autoridades.

El lugar que habitaba esa familia era una casa en medio del campo y ellos sólo venían de paso, lo que hacía más comprensible que tuvieran las emociones a flor de piel ante cualquier suceso extraño, pero no más justificable. Mi compañero y yo decidimos que era momento para tomar el testimonio de cada uno de los involucrados para sacar conclusiones si se trataba de una alucinación colectiva o paranoia.

Nora (10 años, hija y principal afectada)

–¡Mamá, hay un monstruo en mi habitación! ¡Lo vi salir de debajo de mi cama y se fue a esconder al armario!

Fue lo que grité cuando vi a eso deslizarse por mi ventana abierta y esconderse en el armario. Al principio yo creí que era mi perro Morusa que se había asustado con los relámpagos y venía a hacerme compañía, pero cuando el monstruo pasó al lado de mi luz de noche me di cuenta de que era un monstruo de verdad. Su pelo era azul y Morusa es blanco, no podía ser el mismo. Tuve miedo porque, además, el monstruo estaba con mis peluches y les podía hacer algo. Grité y grité mucho por mi mamá, pero se tardó en venir. ¿Que qué hice? Esconderme entre los edredones esperando que no decidiera comerme. No llamé a mi hermano porque Raúl pocas veces me hace caso, además mi mamá puede con todo. Es lo que siempre dice mi tía Silvia cuando las escucho tener sus conversaciones de adultos. Ella era mi única esperanza.

Raúl (14 años, hijo mayor y hermano de Nora)

–¡Mamá, hay un monstruo en mi armario! ¡Está junto a mis peluches!

Eso escuché que mi hermana gritaba pasada la media noche mientras yo estaba tratando de conectarme con mis amigos a una partida en línea y no fui a ver qué quería Nora porque era una pendejada lo que estaba diciendo, pero yo ya sabía que mi mamá me iba a echar la culpa a mí. Siempre soy al primero que señalan si algo le pasa y más temprano justo se me había pegado cuando estaba viendo una película de terror.

Mi mamá llegó primero a mi cuarto y como ya sabía que iba a pasar me regañó a mí por andarle mostrando esas cosas a mi hermana. No tengo la culpa de que me esté buscando todo el rato y no es justo que yo tenga que aguantarme por ella. Iba a pelear para defenderme, pero los gritos de Nora más la tormenta afuera no se podía escuchar nada. Finalmente, mi mamá se fue hacia su habitación para callarla de una pinche vez. Creí que hasta ahí se iba a terminar todo, cuando ahora fue mi mamá la que estaba de gritona con que había un pinche monstruo. Seguramente que era una rata porque aquí parecen hasta conejos de tan grandes que salen, así que como hombre de la casa me tocó hacerme el valiente e ir a ver lo que pasaba.

Rocío (35 años, madre)

¡Era un monstruo de verdad, oficiales! No lo podía creer. Nora siempre ha tenido una imaginación muy activa y desde la muerte de su padre se ha vuelto un problema más que frecuente el tema de que quiere llamar la atención. Creí que se trataba de otra de sus mentiras combinada con la sugestión al ver un material que, por supuesto, le tengo prohibidísimo, por eso no le tomé importancia al principio a sus llamados. También tengo que admitir que mi tardanza fue a propósito por darle una lección a ella de que no tiene que estar viendo esa clase de cosas, pero cuando abrí las puertas del armario, dispuesta a demostrarle que no había nada ahí dentro me encontré con esta... esta cosa azul igual de grande que un bebé que apenas aprende a andar.

Mi primera reacción fue gritar, porque uno nunca se imagina una escena así. Si alguno de ustedes es padre conocerá este ritual de tener que hacer los ademanes como si se estuviera buscando algo para darle una seguridad al niño, pero, ¿encontrarte cara a cara con un monstruo de verdad? Raúl no tardó en llegar atraído por el escándalo que su hermana y yo estábamos haciendo. Yo estaba totalmente fuera de mí misma, no sabía cómo actuar o qué hacer con él hasta que mi hijo fue el que decidió llamarlos a ustedes en la desesperación. Sé que es difícil de creer, a mí también me costó hacerlo y de verdad que aprecio que dentro de lo que se pueda estén aquí. Y el monstruo ahí está, ahí sigue en el armario. Pueden verlo por ustedes mismos.

Monstruo (edad desconocida)

¡Rwar! Sí, yo entré esta noche a la casa en busca de un refugio calientito donde poder resguardarme de la lluvia, rwar. Estaba por aquí cerca, intentando encontrar algo de comer cuando cayeron las primeras gotas y el agua nunca ha sido de mis cosas favoritas, rwar. Solo quería calor y parece que provoqué a estas criaturas tan gritonas, rwar. ¿Miedo? ¿De qué van a tener miedo si todos sabemos que arrasan con lo que se encuentran, rwar? Miedo debería tener yo, rwar, el corazón casi se me sale del pecho cuando abrieron las puertas y me encontré cara a cara con estos monstruos a los que conocemos como humanos.

 

 

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