Buenos días
señores pasajeros, les habla el comandante Álvarez, les doy la bienveni… a
bordo. Éste es el inicio de nuestro vue… con des… a la ciu… de Buenos Aires.
Les rue… pon.. su equi… de mano en los compartimientos superiores o por debajo
de los asientos. A conti… se les ha… una de…tración del uso de los respiradores
en caso de emergencia…
(“Armar toboganes y
Cross-Check”)
Has tomado el último avión con rumbo a casa. No estás
seguro si por ser el último vuelo es un alivio o te traerá dolores de cabeza durante
el trayecto; la Ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, inevitablemente
sucederá. Así que tratas de no pensar en estas cosas pues, con sólo pensarlas,
quizá cambies el rumbo de los acontecimientos.
Señores pasajeros,
procederemos a despegar en aproxi… 20 minutos. Por favor, abróchense los
cinturones y pon… en po… vertical sus …sientos. Apa… los celu… y cualquier otro
equi.. duran… el des… Les recordamos que este vuelo es… no fu... Vo… a diez mil
pies de altu... con una veloci… promedio de 800 kiló… por hora. Les deseamos buen
viaje.
(“Cabina asegurada”)
Ahora que el avión se mueve por una serie de vías
rumbo a la pista de despegue, oyes al piloto decir a las azafatas que ocupen
sus lugares. El avión ha virado ligeramente. (“Entrando en pista para el despegue”). Entonces, sólo entonces, oyes
y sientes la vibración de los motores a máxima
potencia, tu cuerpo se sacude, se recorre hacia atrás y fija al respaldo de tu
asiento, los vellos se te erizan, el golpeteo de las ruedas del avión al desplazarse
por la pista se desvanece, el sonido agudo e intenso de las turbinas lo sientes
dentro, muy dentro de tu cabeza, en este preciso instante la aeronave flota y
se inclina hacia arriba pronunciadamente. Tiempo después, escuchas como las llantas
del avión se guardan en su compartimiento.
Siempre fuiste renuente a volar, pero no te quedó de
otra cuando entendiste que para viajar lejos, hacerlo en auto, camión o barco
te tomaría días, meses o dadas ciertas condiciones, sería imposible hacerlo.
Sin embargo volar es un placer, es toda una experiencia, te la pasas bebiendo,
leyendo, comiendo, durmiendo, viendo tele, otra vez durmiendo… Si no se te
afloja el estómago todo es tan grato que pareciese divertido tomar vacaciones
para estar sólo unos días dentro de un avión. Pero son las turbulencias las que
te hacen recordar que vas a quince mil metros de altura y eso no significa nada
sino calculas que en proporción serían unos
70 hoteles RIU por encima de la tierra y, a esa altitud, cualquier falla
mecánica o error humano, sería fatal; incluso si quien dirige la nave es el
capitán Sully o si vas en el Air Force
One.
Aún te llega a la memoria aquella vez que volaste a Los
Ángeles. Ya habían servido el desayuno, el piloto pidió ocupar los asientos, todo
tranquilo, luego, una ligera turbulencia, después un zigzag, y entonces sentiste
ese vacío en el vientre que se produce cuando desciendes súbitamente de un sólo
tirón, lo llaman caía libre, estado de ingravidez, gravedad cero; aunque sólo fue
por unos segundos y todo estuvo en orden, el café ni una sola gota derramó, tú estabas
pálido.
El avión sigue subiendo, sientes esa opresión en el
pecho, en tu cara, en el resto de tu cuerpo. Te calma la idea de que la gran mayoría
de los accidentes aéreos suceden al aterrizaje y no al despegue. De cualquier manera,
si tuvieras oportunidad pedirías un poco de vino tinto para relajarte, pero las
bebidas se sirven una vez que el despegue ha concluido y vas a velocidad
crucero.
El avión hace un giro pronunciado a la derecha, luego otro
más suave a la izquierda, la aeronave sigue subiendo y tú con la cara de
espanto al cielo, no esperas llegar allí y quedarte, sino arribar lo más temprano
posible a tu destino. Si por alguna razón el que va a tu lado abrió la cortina
de la ventanilla, el sol entra a plomo por un costado y te cubre el rostro con
su luz, cierras los ojos, el avión continua subiendo sin parar, hasta que más
tarde empieza poco a poco a nivelarse de forma horizontal. De pronto, escuchas un
ronquido en el asiento trasero, ¡no puede ser!, ¡cómo alguien puede dormir tan
profundamente en un avión!
(“Se apagan las
luces de los cinturones”)
Escuchas apagarse la señal de advertencia, momento
después, se oye cómo los cinturones de seguridad se desabrochan, los pasajeros
empiezan a moverse, unos se levantan, otros se estiran, la pantalla frontal se
enciende, duerme el que sigue roncando, otros más se mueven de sus asientos
para ir al baño. Y parece como si, en el interior del avión, todo volviese a la
vida de nuevo.
Viene a tu mente aquel primer vuelo que hiciste en
Singapur Airlines, las azafatas con su carita de “Hello Kitty” eran tan lindas
y serviciales que por un momento pensaste que ellas mismas te pondrían las
pantuflas relucientes que esperaban en tu asiento. Que también limpiarían tu
rostro y manos con esa toallita caliente, para luego, preguntarte en un inglés
claro y educado si estabas cómodo o si necesitabas alguna almohadilla adicional
para el viaje.
El avión es el transporte más seguro del mundo, dicen
las estadísticas; sin embargo, cualquier
circunstancia que pasa de lo normal al terreno de lo extraño, es para quitarte el
sueño.
Recuerdas aquel vuelo por el Pacífico, el capitán
anunció que habría turbulencias, sucedieron las primeras, una tras otra, tu cabeza empezó
a moverse de un lado para el otro, la gente comenzó a quejarse, luego a gritar
y ya no supiste si todavía era normal o algo grave sucedía.
Después te llega a la memoria aquellas historias de
tus colegas: “…que yo casi tomo el vuelo del avión que estalló en la pista de
despegue en Taiwán”; “…que mi jefe en Alemania murió en la aeronave que el
piloto estrelló deliberadamente en los Alpes franceses”; “…que algunos
empleados de la empresa donde laboro estaban en los aviones que se impactaron
en las torres gemelas”. En fin, cuántas historias de aeronaves conoces y quisieras
olvidar para que este vuelo, donde vienes, lo puedas disfrutar como dice el
capitán; sin pensar en que sería el próximo caso que aparezca en el programa de
Accidentes Aéreos del History Channel, que por cierto no te lo
pierdes por nada.
En este momento
estamos cruzando la Cordillera de los Andes. A su derecha pueden ver el Nevado
del Ruiz y más ha… el sur, el Ne… de Santa Isabel.