Tenemos
un latido, escuchas y te aferras a esa frase, retumba en tu cabeza: tenemos un latido.
Santamaríamadredediosruegaseñorapornosotroslospecadoresahorayenlahoradenuestramuerteamén.
Cierras los ojos y regresas al momento que te puso ahí: tengo un mareo muy
fuerte, la presión baja, latidos lentos, doctor, exámenes, preguntas, hospital.
Tenemos un latido, dijo unos de los médicos que llegó corriendo al escuchar tus
gritos y la alarma del código rojo. Tenemos un latido, escuchas pero no ves ya
nada, te sacaron del cuarto y corrieron las cortinas, uno, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ocho.
Recuerdos e
imágenes se agolpan en tu cerebro: vestido de novia, boda, hijos, viajes,
risas, disgustos, tus cuarenta, sus sesenta, carretera, lugares, caricias, nietos,
palabras, canciones, tequila, miedo. Tenemos un latido, repites y rezas.
Apenas ayer se
bajaron corriendo del auto, llovía y no había paraguas. Risas, café, olor a
libros y alegría, recorrieron la librería hablando intrascendencias, cuando
salieron ya no llovía.
Tenemos un latido,
escuchas desde algún lado, lejos, mucho. Percibes movimiento y agitación cerca
tuyo, ruidos y prisas, adrenalina. Pero no ves nada, está oscuro, sólo ruido.
Sientes pasar un tubo por tu boca, tu tráquea, tu esófago. Respiras. Golpes y
compresiones en el pecho: uno, dos tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho.
Tenemos un latido, escuchas. Lo último que recuerdas es su cara y su voz
gritando tu nombre, tocando tu cara, lágrimas. Imágenes agolpándose en tu
cabeza, memorias: boda, hijos, viajes, risas, disgustos, sus cuarenta, tus
sesenta, carretera, lugares, caricias, nietos, palabras, canciones, tequila,
miedo.
Intentas recordar
qué fue lo que te trajo a este momento: dolor de pecho, mareo, no siento las
piernas, dijiste. Presión baja, latidos lentos, doctor, exámenes, preguntas,
hospital. Iban a darte de alta, ¿qué sucedió? Estábamos felices, alta en pocas
horas, dijo el doctor. Sonrisas, alivio, alegría de todos. La imagen de su rostro
frente a ti, gritando tu nombre, su mano tocando tu cara se va haciendo lejana,
pequeña.
Apenas ayer salíamos
de esa librería a la que entramos corriendo porque llovía y no había paraguas,
libro y café en la mano. Subimos al carro y hablamos intrascendencias en el
camino, planeamos el próximo viaje, en dos semanas.
Ah, cómo amábamos los viajes por
carretera, conducir de día, parar desde la tarde y visitar los sitios que quedaban
en el camino. Tendríamos uno en dos semanas, recuerdo. No quiero perderlo.
Tenemos un latido, se oye a lo lejos, Diostesalvemariallenaeresdegraciaelseñorescontigobenditaeresentretodaslasmujeresybenditoeselfrutodetuvientrejesús.
Tenemos un latido,
escuchas, meten agujas en tu pecho, muchas. Vuelven las compresiones, uno, dos,
tres, cuatro, cinco seis, siete ocho. Sientes varias descargas eléctricas sobre
ti. Todo da vueltas y sientes que flotas, te vas alejando y te dejas llevar, no
más compresiones, no más agujas, no más ruido, sólo la imagen de su cara y el
tacto de su mano sobre tu rostro, lágrimas.