Rubios tus sueños por Omar St. Esteban






Extraño es el mundo en que habitamos, ¿o es que el mundo está lleno de extraños? Y sí somos tantos extraños, no es nada anormal que habitemos en un mundo raro y lleno de  peculiares lugares; y para prueba de esta singular realidad, podríamos nombrar a uno de los lugares más raros, extraños y estrambóticos: Hollywood, una ciudad que impunemente y de una manera muy atípica se adjudicó la creación de sueños; y llena de un increíble cinismo se dedicó a venderlos; lo más raro del caso, es que los  extraños habitantes de este curioso mundo, con gusto compraron sueños prefabricados y con el conocimiento de que todo era hechizo” y “ de mentiras”, aún así se podía ver por todos lados, filas enormes y sin fin, para ver mentiras disfrazadas de sueños, con máscara de historias fantásticas y espolvoreados de belleza irreal. Al poco tiempo era evidente que el mundo era adicto a Hollywood; pero acaso no es más raro aún que en aquella peculiar ciudad, dedicada a manufacturar sueños, raramente la gente duerme, ¿por qué sus extraños y extravagantes pobladores tendrían tanto miedo a conciliar el sueño? Acaso temen que al despertar se podrían encontrar con la rara y cruel realidad de que todo fue solo un extraño sueño. Como es el caso de la dueña de una castaña cabellera que sueña con tener una melena rubio platino. Sí tú, Marilyn.


Y así mientras Hollywood vendía sueños y pesadillas, aquella singular ciudad celebró con disimulo sus primeros 50 años y después de ir con el cirujano, Hollywood tomó determinantes medidas para seguir vigente, y sin que nadie lo notará, al día siguiente, cientos de estrellas amanecieron en California, siendo solo personas con cara de gente conocida y que clamaban ser famosas, pero ese no sería tu destino Dulce Marilyn, mientras Bette Davies se disponía a buscar trabajo, poniendo un anuncio en el periódico y Tarzán se reubicaba en Acapulco. Marilyn terminaba su desayuno:  una píldora de anfetamina con Champagne, era el desayuno perfecto, la pastilla le ayudaría a despertarse y el alcohol a evitar que lo hiciera del todo, porque por tu propio bien Marilyn, nunca despiertas del todo.


Ese sábado 4 de agosto, en el 12305 del Fifth Helena Drive en Brentwood, el ama de llaves, la señorita Eunice Murray, le avisa a Marilyn que su amigo el célebre fotógrafo Lawrence Schiller,  la espera junto a la piscina; Marilyn  lleva una hora arreglándose, trata de recordar qué le falta mientras termina de beber su segunda copa de Champagne. Un poco mareada se dirige a recibir a su invitado, pero más rápido que 24 cuadros por segundo, le embarga la desesperación y voltea a ver su cara, en el primer reflejo que puede encontrar a su paso; y sí Marilyn, tu lunar está ahí, donde siempre lo pintaste, en la latitud correcta de deseo y peligro, lugares que siempre frecuentaste.


A las dos horas Lawrence el fotógrafo se va con varias imágenes de Marilyn, ella se queda con la promesa de una publicación de sus últimos desnudos, y una latente inquietud de la imagen de su cuerpo; ella sabe que ya no es perfecto, ya no es joven y está empezando a volverse transparente, lo que permite que su vida interior se esté empezando a filtrar y proyectar en su cuerpo, en una suerte de cámara obscura; pronto el mundo conocerá sus más terribles cicatrices, las de su alma y esa sola idea la empieza hacer añicos. Toma otra pastilla Marilyn, toma la del otro color, esa que te nubla los futuros adversos. Marilyn bebe otra copa y se prepara para su masaje.

Su masaje terminó aunque realmente nunca comenzó, no pudo dejar de pensar, en sus ex- maridos, en sus amantes, en sus presidentes, en sus zapatos, en sus abortos, en sus fotos. Trata de cambiar de pensamiento, ¿cuál sería su nueva película? y se le viene a la cabeza un título perfecto Y entonces llegó el amor, una pequeña mueca se le dibuja en su cara, sabe muy bien que si ella protagonizara una película con tan emblemático título, tendría que ser un thriller de suspenso a cargo de Alfred Hitchcock, y se entusiasma un poco más, Hitchcock también cuenta finales felices. Y tú Marilyn quieres un final feliz, pero esa película nunca se realizará, ni Hitchcock jamás te llamará y tu final felizAhora recuerda como para burlarse de ella, el regordete director le regaló un rompecabezas, en respuesta a una petición de trabajo, que le hizo la rubia de América; lo que el inglés director no sospechó nunca, es que Marilyn coleccionaba rompecabezas.Y con esa vorágine de pensamientos, ¿cómo y por qué coleccionas rompecabezas Marilyn? Pero si una pastilla nubla el futuro tal vez dos, puedan atarantar tu pasado.

Por la tarde el Dr. Ralph Greenson toca a la puerta, Marilyn de nuevo está frente al espejo,  juega a decir con sus labios su apellido: M O N R O E  y con su lengua trata de sentir si su dentadura postiza sigue en pie; la siente floja, tocan por tercera vez, ella sabe que tiene que actuar una vez más. El Dr. Ralph nunca logra del todo apaciguar a Marilyn, esa misma criatura que maravilló a la indomable Karen Blixen, ese ícono instantáneo del siglo XX, hoy pareciera intuir su destino y actúa con naturalidad, como nunca lo hizo ante las cámaras y como solía hacerlo muy a menudo en su mundo de ensueño, desplazándose con una sonrisa y una mirada despistada. Después de varías horas de terapia Marilyn acompaña al Dr. Greenson a la puerta, al mismo tiempo que se despide del psiquiatra, le da la bienvenida a sus demonios. Otra pastilla Marilyn, esta vez tómate tres o cuatro, tu alma, tu cerebro, tu corazón y tu cuerpo necesitan el tranquilizante de un moribundo elefante blanco, con colmillos de diamantes, mutilado y vendido por boletos de taquilla.

Marilyn toma una píldora más, ya que más da si es Librium, Sulfathallidine, Nembutal o Cloral de hidrato, lo importante es tomar píldoras Marilyn. Por última vez checa su platinada cabellera, se pregunta qué separa  el color rubio de su cabello del blanco Champagne, bebida que  a su vez termina de ingerir.  Ahora Marilyn comienza a marcar frenéticamente el teléfono, busca al amigo, para hacer charla, pero en verdad siempre busca a su padre, tal vez éste la proteja de su madre, cuelga y huye despavorida del recuerdo de su progenitora. Toma más píldoras, una por cada casa hogar que la acogió, y otros tantos por cada año que vivió en el orfanato. Marilyn vuelve hablar por teléfono, habla a México, Washington, New York etc.. busca desesperadamente hacer plática ligera, no quiere pensar que su película está por terminar, toma una pastilla más, se quita la ropa y se pone su pijama favorita, solo cinco gotas de Channel en su cuerpo desnudo, eso mantendrá a esos extraños en sus butacas, llama por teléfono, a quién quiera escucharla a quién pueda encontrarla; y entonces comprende que las estrellas se miran siempre desde muy lejos; Marilyn  se acuesta, se da cuenta que su película será de las buenas, de las que tienen finales tristes y mientras las luces se prenden en un cine distante, ella finalmente duerme. ¡Que tengas dulces sueños Marilyn Monroe! ¡Que tengas una dulce muerte Norman Jean!

 

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