—¿Entonces qué sacrificio ofrecerán a su Dios; o a sus dioses,
a los antiguos o nuevos dioses, para que el Rebaño sea campeón?
Eduardo ya había dado muestras
de su fe: nombró a su primogénito Ramón, igual que el jugador estrella del
campeonato del 97, Oswaldo a su segundo hijo; como el guardameta campeón del
2006, San Oswaldo era el apodo común del portero, y El Sheriff, como el defensa
central del campeonato 86-87, al perro guardián de su hogar. Cada nombre había
sido ofrecido siempre y cuando El Rebaño Sagrado saliera triunfante del
campeonato en curso. Año tras año visitaba a la Virgen de Zapopan. Caminaba
desde la Catedral de Guadalajara hasta la Basílica con el propósito de que su
equipo volviera a tocar la gloria.
—¿Ya vas a empezar Lalo? —preguntó
Rebeca—. Dicen que estas tres cosas separan amistades: religión, política y
futbol. Deduzco que solo hay una: el fanatismo.
—¡No es fanatismo! —contestó Eduardo—.
La esencia del fanatismo radica en el capricho de forzar a los demás a pensar como
el fanático, estos son capaces de realizar cualquier tipo de acción: incitar a
la violencia, golpear a los hinchas rivales y hasta llegar a matar. El fanatismo
es rígido y no admite otro pensamiento. Yo solo propongo dejar un vicio, una
adicción o un mal hábito y contribuir a la causa del Rebaño.
Eduardo aprendió del futbol
que es mejor jugar en equipo; que las batallas personales se deben afrontar
acompañado, que una victoria sin diversión y sin tus seres queridos no sabe
igual; que lo que vale la pena tarda en llegar; que los últimos cinco minutos
pueden ser eternos o efímeros; que es normal celebrar lo que merecen otros; que en la vida hay segundas oportunidades y son
únicas.
—Si creen que es difícil dejar
las drogas… intenten dejar los carbohidratos —dijo Chema—. Me uno a tu causa Lalo; dejaré la Coca Cola un
mes, siempre y cuando ganen Las Chivas.
—¿Y lo otro? — Preguntó
Rebeca.
—La Yerba Santa no la dejo,
además es natural y buena para el alma. ¿Y tú qué Lalo?
—Dejo de pistear dos meses.
Eduardo había renunciado al
sueño de tener medio equipo de futbol cuando Rebeca le sugirió someterse a una vasectomía argumentando que ya
eran demasiados. Pese a su negativa inicial él terminó cediendo.
—¿Y tú Rebeca?
—¡No manches! —dijo Rebeca.
Las Chivas ganaron el
campeonato Clausura 2017; Eduardo se otorgó una pequeña parte del mérito y
celebró con Rebeca y Chema en la Minerva. Los festejos se prolongaron más de
quince días. Chema nunca dejó la Coca Cola; tenía la certeza que al combinarla
con la Yerba Santa ese refresco activaba las propiedades de la yerba. Rebeca se
lamentó por no haber ofrecido dejar de fumar y durante el festejo, –¨por la
ansiedad¨ argumentaba ella–, su dosis aumentó. Eduardo de igual manera no dejó
el alcohol, ¨empezaré la siguiente semana¨ y así semana tras semana hasta que
olvidó la ofrenda.
Hoy en día el equipo de futbol
pasa una crisis inédita. La más penosa de su historia.