Jam por Belén Citlalli Hermosillo Jaramillo


 






El segundo tiempo estaba por terminar, solo faltaba un jam. En dos minutos la contienda terminaría y el equipo vencedor se alzaría con la copa y el laurel de la victoria. Las contrarias ya se habían reagrupado, eligieron a la imponente “Belle Mastodon” como corredora. La enorme chica pelirroja se colocó la estrella en el casco y dándole dos potentes palmadas nos dejó claro que estaba lista.

Mi capitana no vaciló en elegirme como la jammer; se lo comunicó a la réferi quien hizo que el comentarista, un pelele que trataba de hacerse el gracioso, lo anunciara al público: “¡Y por parte de las Arpías: Bloody Melodie como jammer, señoras y señores! ¿Podrá darle batalla a la bella Mastodon y su cuadrilla de ebrias camioneras?”
–¿Lista, Melodie? Contamos contigo. ¡Tienes que arrasar! –dijo mi capitana, mientras me ayudaba a poner la funda estrellada en el casco.
La réferi se nos acercó para preguntar si estábamos preparadas para dar inicio al partido.
–Sólo déjale revisar sus patines –dijo la capitana.
–Si no estás en la línea de salida en 1 minuto doy silbatazo y salen sin ti.
–Sí, sí, sí –mascullé fastidiada.
Tomé la llave y apreté el tornillo de los frenos; hice girar las ruedas de los patines y tras asegurarme de que las cintas estuvieran bien atadas me dirigí a la línea.
Mis compañeras ya estaban ahí, listas para bloquear el paso a la gigantona contra la que correría. “Sweet Ice Scream”, que hacía de pivote, me guiñó el ojo a la vez que levantaba su pulgar. La noche anterior hablamos de lo pesada y lenta que parecía Belle Mastodon; sería pan comido pasarla mientras me mantuviera alejada de sus bestiales bloqueos de cadera.
–¡Señoras y señores! Estamos a dos minutos de coronar a las campeonas del Nacional de Roller Derby. ¿Qué equipo se llevará la copa? ¿Las Arpías de Puerto Magnolia o las Drunk Truckers de Ciudad Capital? ¡Hagan sus apuestas y no olviden rellenar el tarro de cerveza!

La árbitro nos dio la señal para que tomáramos posición. Miré de reojo a la enorme columna de color bermejo que se posicionaba a mi lado. Sentí lástima, ella era burda y lenta, yo seré pequeña pero ágil y veloz.
–¡Vamos Arpías! –escucho. Las gradas pierden el control.
Mis piernas tiemblan, las mariposas aletean entre mis vísceras tratando de salir por la boca. A pesar de los gritos puedo escuchar mi corazón: pum-pum, pum-pum, pum-pum… De pronto, un rechinido asalta mis tímpanos y salgo disparada. Volteo hacia mi enemiga, quedó muy atrás: ¡Lo sabía! ¡Lenta y torpe!

Alcanzo al pack; mis compañeras tratan de hacer espacio para que pase. “Espina” y “Amoníaco” logran despejar el camino con sendos caderazos; “Sweet Ice Scream” me da la mano y logramos un látigo que provoca los gritos de la audiencia. Con ese impulso me coloco como la jammer líder.
Vamos por la primera vuelta –pero en vez de acelerar me doy el gusto de mirar hacia atrás para burlarme de la lentitud de mi enemiga.
–¡Y ahí va “Belle Mastodon”! ¡Qué forma de abrirse camino!

Cual ola furiosa, la roja mastodonte tumba a mis compañeras con tal facilidad que parecen pinos de bolos.
Corre, corre, corre –pienso.
–¡Muévete Melodie! –escucho a la capitana. Acelero, curva, crossover… toda su inmensidad me pisa los talones.
–¡Qué potencia y qué velocidad señoras y señores! ¡Mastodon alcanzó a Bloody Melodie! ¡Y ahí van por la primera vuelta! Recuerden, ahora cada que pasen al pack recibirán 4 puntos. ¡Hasta ahora van 177 a 175 con las Arpías a la cabeza! ¡Esto está reñido! ¡No derramen su cerveza!

Nuevamente el pack; vamos parejas, debo cruzarlo antes que ella. La escucho bufar, la miro: parece una llama gigante con su cara enrojecida a juego con su cabello. Se me abalanza con todo su peso encima pero “Amoníaco” me soporta y no caigo. El sudor me corre sobre los párpados y no me deja ver bien; siento un empujón: “Veneno” me avienta contra “Sweet Ice Scream” quien me toma de la muñeca y me arroja fuera del pack con todas sus fuerzas. Camino libre otra vez, acelero la marcha. No puedo dejar que Mastodon me adelante, está detrás, a solo unos centímetros.
–¡Segunda vuelta, estimado público! ¡Estamos a un minuto de acabar el partido!

Me precipito a toda velocidad contra el pack, no podemos perder. Una morena me impide el paso y entre empujones trato de aventajarla. Mi nariz está caliente y la boca me sabe a hierro. No importa, debo seguir.
–Al parecer “Bloody Melodie” está sangrando, ¡qué ironía damas y caballeros! Los réferis no marcan falta y el partido no se detiene. ¡Las jammers vuelan! ¡Última vuelta y todo queda decidido!
Me arden los pulmones. Trago sangre mientras sigo forzando mis piernas. Sólo una vuelta más. Voy llegando al pack por última vez; Mastodon y yo vamos a la par, me avienta la cadera pero falla. Estoy a nada.
Escucho gritos, me duele la quijada, veo pasar un par de patines de enorme tamaño.
¡Levántate! –me digo.
–¡Levántate! –gritan desde las bancas. Hago el esfuerzo. “Amoníaco” me toma del brazo con violencia y me pone en pie. Estoy confundida, ¿por qué no puedo avanzar bien?
–¡Y Belle Mastodon pasa al pack! ¡Dio la señal, niños y niñas! ¡El partido se acaba! ¡Ganan las Drunk Truckers, 187 a 185! ¡Qué reñido! ¡Qué partidazo! ¡La copa va para Ciudad Capital!
El público ovaciona, me tiro al suelo… debí revisar mejor las malditas ruedas.

 

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