Si tuviera que
utilizar alguna palabra para
describirme, seria "Obstinación", que nació conmigo o
nací con ella, podría decirse, además, que es mi mayor virtud pero también mi
más grande defecto.
Zurda de nacimiento, razón
por la cual hacía las cosas al
revés, o
escogía los caminos más
difíciles. “siempre para el lado contrario”. Fue como se calificó mi libre
albedrío del que nunca he podido renunciar.
Al igual que nunca he
podido renunciar al teatro, que desde
muy pequeña me escogió o lo escogí, para que me acompañara toda mi vida y aquí
estoy a los 65 años con el único compañero del que nunca me he podido
divorciar.
Mi principal
característica teatral, ha sido realizar
los montajes en las condiciones más
adversas. En los lugares más inhóspitos
y difíciles, en horarios no siempre convencionales. No es que
buscara lo complicado por gusto, jamás despreciaría actuar en una confortable
sala, pero a falta de esa oportunidad no
quedaba más que convertir en escenarios las plazas, la calle, las
fábricas, los auditorios de las clínicas y de los hospitales, y transformar cualquier
espacio en un teatro